Preá, meu amor.

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sábado, 15 de outubro de 2011

Antonio Gimenez publicado em LOS QUE AMAMOS A ALDEHUELA.
Antonio Gimenez criou o documento: "Yacimientos que retratan la antigüedad ":
Javier Ibañez Gonzalez

Sima del Ruidor (La Aldehuela, Teruel)

El siguiente enclave es una profunda cueva, habitada por un pequeño grupo humano hace unos 3.200 años. Se encuentra en un abrupto paraje, alejado de las tierras de labor. Habían pasado los tiempos en los que los habitantes de este territorio residían al aire libre, en los poblados bien visibles del Bronce Antiguo y Medio. No sabemos a ciencia cierta por qué abandonaron su poblado y se vinieron a refugiar a este recóndito lugar. Tenemos algunas pistas que indican que esa decisión no estuvo exenta de violencia: en un breve intervalo de tiempo desapareció la mayor parte de los poblados. Y en muchos se detecta una destrucción por fuego, conservándose in situ la mayor parte del ajuar doméstico entre los restos calcinados de las casas.

Pero esta situación no sólo se observa en nuestra comarca, en todo el Mediterráneo se vivieron años convulsos, de forma más o menos sincrónica. En unas pocas décadas entrarán en crisis diversas culturas, desaparecerán reinos e imperios y serán destruidos o abandonados miles de núcleos de población. Tal vez los acontecimientos más conocidos sean la Guerra de Troya, el derrumbe de los estados micénicos y del imperio hitita, la irrupción de los pueblos del mar y el inicio de la Edad Oscura en Grecia. Pero en realidad la crisis fue generalizada y las hogueras llegaron hasta nuestros recónditos valles del Sistema Ibérico, acabando con una centenaria red de poblamiento. Sin duda, este transitorio retorno a las cuevas fue la respuesta a ese periodo de inestabilidad. Ante la imposibilidad de defender unos poblados situados en puntos muy visibles, sus pobladores (o quienes habían sobrevivido a la destrucción del asentamiento) se refugiaron en parajes recónditos, en los que era más difícil ser localizado, salvo que se conociera muy bien el territorio. En este caso, la cueva escogida estaba alejada de cualquier camino natural, a más de 1.300 m.s.n.m. Sus pobladores siguieron cultivando trigo y cebada, pero los campos estaban muy alejados y es posible que ocupasen espacios poco visibles; también tenían ganado, pero se observa cómo buena parte de la dieta se basaba en la caza (jabalí, ciervo, conejo, liebre) y en la recolección (bellotas). Esta misma comunidad también disponía de elementos de bronce (hacha, punzón) e incluso algún objeto de adorno (concha marina), posiblemente recuerdos de mejores tiempos. El interior de la cueva se habilitó con estructuras de madera y barro que compartimentaban el espacio; se taparon con arcilla algunas grietas, se regularizaron algunos suelos con ese material y se habilitaron hogares. Sin duda, estas gentes ya se habían acostumbrado a las “comodidades” de una casa de piedra y tapial y les resultaba poco grato retornar a los lóbregos e irregulares espacios de una cueva.

Pero ese posible refugio transitorio se convirtió en el destino final de algunos de sus pobladores. En las excavaciones arqueológicas realizadas se detectó la presencia de restos humanos de cuatro jóvenes de menos de 30 años y dedos niños. Es posible quela mayor parte de estos cadáveres se asocien al uso funerario de una parte de la cueva relativamente cercana al espacio habitado. Según todos los indicios, la ocupación de esta cueva acabó también de Forma dramática; a las desventuras ocasionadas por otros hombres, seles sumaron Las de la Naturaleza. Un gran derrumbe bloqueó la entrada de la cueva, sellándo la hasta nuestros días; la presencia de restos humanos en ese sector (algunos bajo los propios derrumbes) y el precipitado abandono de este espacio doméstico, dejando gran cantidad de útiles y alimentos, refuerzan esta hipótesis. -

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Mi marido Joaquin Sánchez Ibañez, cuando joven estuvo en estas cuevas según el mismo me decia y consta en el libro de Adolfo.

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